Me gusta muchísimo el azar. El coger un disco, un libro, una peli porque sí, no porque ya sabías algo de ella. Te llevas buenas hostias, pero también algunas de las más grandes sorpresas de tu vida y gente que, precisamente porque no había ninguna relación previa, ya será íntimamente tuya.
Qué valiosas la traducción y el diálogo de las que hablas. Creo honestamente que, en este momento, si para algo sirve el comentario y la crítica cultural es para multiplicar y complejizar la recepción de la misma, para exponerse a otras perspectivas, para comprender mejor los propios gustos y sesgos.
Así es. Creo que ahí está precisamente el sentido de seguir escribiendo y conversando sobre cultura: no dictar juicios, sino abrir grietas, matizar, dejar que una obra se expanda al entrar en contacto con otras miradas, abandonar la inmediatez. Esa multiplicación de la recepción que mencionas me parece una de las formas de resistencia que nos quedan frente a la homogeneización del gusto. Gracias por comentar :)
He quedado deslumbrada con tu artículo: no sabía que existía tanta plataforma desconocida para mí. Soy analogica de toda la vida y veo que apenas mojo mis pies en los océanos digitales. Releo mucho y leo sin demasiado rumbo fijo, eso sí, año tras año, tras alo... En esta época de mi vida (67) me replanteo muchas cosas. He reducido mis actividades y persisten las que siempre he amado desde la infancia: leer y escribir. Soy una mujer básica. Y básicamente feliz. O al menos o intento (y sí, eso también desde niña). Pero gracias por tu espléndida de disertación. Estoy, repito, deslumbrada. Me ha descubierto cosas nuevas, inesperadas. Guau.
Gracias, porque tu publicación me ha hecho parar y reflexionar sobre lo que estoy construyendo ahora.
De esa pausa ha surgido una nueva mirada, más clara y consciente, que encaja de forma muy natural con el espíritu de mi trabajo en xplorable.es, una plataforma para la promoción del patrimonio cultural, histórico y natural de los territorios.
Mi idea es que el viaje del usuario empiece desde sus propios intereses, descubriendo el patrimonio que tiene cerca —o planificando futuros destinos— según su ubicación. No hay algoritmos que seleccionen por ti ni recomendaciones sesgadas que te muestren solo una parte del mapa haciéndolo pasar por el todo.
Se trata de descubrir, aprender y conocer desde la curiosidad personal, poniendo en valor todo lo que te rodea y recuperando la autenticidad cultural que los algoritmos tienden a homogeneizar.
Quizá sea una cuestión de edad (acabo de cumplir los 46) pero la verdad es que yo casi no utilizo esas plataformas que mencionás ni "navego" por el mundo digital en busca de "contenidos". Durante toda mi vida un libro me ha llevado naturalmente a otro. Cuando quiero leer un libro, intento conseguirlo en alguna biblioteca y, si no lo encuentro, si puedo, lo compro. Releo libros, leo clásicos, leo también literatura contemporánea pero no ando necesariamente detrás de la novedad. Veo películas en el cine y, a veces, en Mubi o en Stremio, pero casi siempre soy yo la que busca X película que, por algún motivo, quiero ver. Dejé de ver series nuevas hace mucho tiempo, me cansó ese modo de consumo (de hecho, detesto la palabra "consumo", especialmente asociada a "cultural"). Miro algunos capítulos de Friends o de Mad Men para mejorar mi inglés, pero nunca se me ocurriría "maratonear una serie". En general me resisto mucho a que los algoritmos decidan por mí, honestamente me aburren y me cansan. Es cierto que uso Spotify pero, de vuelta, soy yo la que busca el disco que quiere escuchar. No escucho nunca listas de reproducción ni dejo que la plataforma decida por mí qué sigue. No tengo aplicaciones en mi teléfono (tampoco Substack), me fui de Instagram hace meses, nunca usé Tik Tok. En definitiva, después de una primera época de descubrimiento de la era digital, me agoté y volví a replegarme sobre mis viejas costumbres analógicas.Aún así extraño el viejo mundo y me cuesta lidiar con todas las transformaciones de los últimos años. Leyendo tu texto me doy cuenta de que estoy mucho más a resguardo de lo que a veces pienso.
¡Qué bien, Julia! Gracias por tu comentario. Se nota en cada línea una forma de vivir que resiste, con elegancia y conciencia, al vértigo de los tiempos. No es solo una cuestión de edad, sino de haber aprendido a decidir sin prisa, a preservar la libertad interior en medio del ruido de estos tiempos que vivimos. Esa capacidad de elegir qué leer, cuándo ver algo, cómo escuchar música, es hoy un acto político: una forma de cuidar el propio tiempo y no delegar el criterio en los algoritmos que buscan fortalecer solo nuestra vertiente consumidora.
Tu reencuentro con lo analógico no suena a nostalgia sino a lucidez. Has encontrado un ritmo propio, una especie de refugio activo que no es evasión sino resistencia. Leer esto me hace pensar que, quizá sin saberlo, muchas personas señalan un camino: el de vivir más despacio, con atención y propósito, aunque el mundo digital empuje en la dirección contraria.
Sí, "resistencia" es la palabra. Me resisto a aceptar cosas que me hacen mal. Es una tarea cotidiana que se convierte en hábito. Creo que somos muchos los que intentamos vivir más despacio, menos superficialmente.
El sistema que utilizamos, creo que ya lo conoces, es que el autor incluye el link al artículo, con una pequeña descripción del mismo (para “abrir el apetito”), en la zona de comentarios de la última edición, que ahora es la siguiente:
En la siguiente edición, lo publicamos en el cuerpo del artículo del Diario. De esta forma, tu artículo aparece 2 veces (lo que también es bueno para SEO).
Estoy entusiasmada de haberte encontrado. Me ha gustado tanto este artículo que ojalá lo hubiera escrito yo misma (jeje). De hecho, lo intenté aquí: https://substack.com/@evaeneljardin/p-167165705 aunque desde otra perspectiva; los datos económicos que aportas le dan una densidad que en mi texto está ausente y enriquecen muchísimo la reflexión.
En cuanto a mis propios hábitos de consumo digital, siento que tengo bastante más control en el ámbito analógico. No tengo suscripciones a plataformas: cuando quiero ver una película, la busco y la pago. Puede parecer caro, pero en realidad es mucho más barato que pagar no sé cuántas suscripciones simultáneamente para, al final, perder el tiempo frente a la pantalla de inicio sin ver nada. Escucho la radio y la misma música una y otra vez desde hace años (no soy especialmente melómana ni me interesan las novedades musicales) y, sobre todo, leo libros de la biblioteca. Me fío del criterio de mis bibliotecarias de confianza, de los clubes de lectura y de lo que se deja ver en los mostradores, de novedades o temáticos. También me encanta la prensa cultural del fin de semana y suelo apuntar recomendaciones de sus suplementos, aunque la mayoría de mis lecturas se van encadenando: lo citado en un libro suele convertirse en la lectura siguiente. Prefiero dejarme guiar por voces que me parecen autorizadas, aunque habiten en su torre de marfil, antes que entregarme dócilmente al algoritmo y acabar fagocitada por la homogeneización cultural.
¡Qué tiempos aquellos en los que la prescripción dirigida de arriba abajo, pero al menos entre humanos, nos parecía un problema gravísimo! Ahora una empieza a sentirse vieja, no tanto por la edad como por la velocidad con que gira el mundo.
Me ha hecho mucha ilusión leerte, de verdad. Hay algo muy reconfortante en reconocer en otras personas esa forma de navegar el mundo cultural sin prisa, sin el vértigo del todo disponible. Coincido plenamente contigo: pagar una película concreta, escuchar discos que ya conocemos, leer lo que las manos sabias de una bibliotecaria colocan en un mostrador… todo eso tiene una densidad y una serenidad que la abundancia digital ha ido erosionando poco a poco.
La perspectiva que mencionas en tu texto dialoga muy bien con lo que intento pensar aquí. Al final, creo que estamos escribiendo desde un mismo lugar de resistencia tranquila.
Gracias por quedarte, por tus palabras, y por recordarme que seguimos siendo unos cuantos intentando escuchar (y leer) con atención.
Me gusta muchísimo el azar. El coger un disco, un libro, una peli porque sí, no porque ya sabías algo de ella. Te llevas buenas hostias, pero también algunas de las más grandes sorpresas de tu vida y gente que, precisamente porque no había ninguna relación previa, ya será íntimamente tuya.
Amén. Azar más intuición, menuda dupla. Entrar a algo por el valor de la portada, un arte llevándote a otro. Fuá, niño, la felicidad.
Qué valiosas la traducción y el diálogo de las que hablas. Creo honestamente que, en este momento, si para algo sirve el comentario y la crítica cultural es para multiplicar y complejizar la recepción de la misma, para exponerse a otras perspectivas, para comprender mejor los propios gustos y sesgos.
Así es. Creo que ahí está precisamente el sentido de seguir escribiendo y conversando sobre cultura: no dictar juicios, sino abrir grietas, matizar, dejar que una obra se expanda al entrar en contacto con otras miradas, abandonar la inmediatez. Esa multiplicación de la recepción que mencionas me parece una de las formas de resistencia que nos quedan frente a la homogeneización del gusto. Gracias por comentar :)
He quedado deslumbrada con tu artículo: no sabía que existía tanta plataforma desconocida para mí. Soy analogica de toda la vida y veo que apenas mojo mis pies en los océanos digitales. Releo mucho y leo sin demasiado rumbo fijo, eso sí, año tras año, tras alo... En esta época de mi vida (67) me replanteo muchas cosas. He reducido mis actividades y persisten las que siempre he amado desde la infancia: leer y escribir. Soy una mujer básica. Y básicamente feliz. O al menos o intento (y sí, eso también desde niña). Pero gracias por tu espléndida de disertación. Estoy, repito, deslumbrada. Me ha descubierto cosas nuevas, inesperadas. Guau.
Gracias, Montse, por tus palabras. Leer y escribir, ¿para qué más? :)
Gracias a tí, pensé que había borrado mi respuesta, intentando editarla para corregir algún error. A veces me pierdo en la aplicación...
Gracias, porque tu publicación me ha hecho parar y reflexionar sobre lo que estoy construyendo ahora.
De esa pausa ha surgido una nueva mirada, más clara y consciente, que encaja de forma muy natural con el espíritu de mi trabajo en xplorable.es, una plataforma para la promoción del patrimonio cultural, histórico y natural de los territorios.
Mi idea es que el viaje del usuario empiece desde sus propios intereses, descubriendo el patrimonio que tiene cerca —o planificando futuros destinos— según su ubicación. No hay algoritmos que seleccionen por ti ni recomendaciones sesgadas que te muestren solo una parte del mapa haciéndolo pasar por el todo.
Se trata de descubrir, aprender y conocer desde la curiosidad personal, poniendo en valor todo lo que te rodea y recuperando la autenticidad cultural que los algoritmos tienden a homogeneizar.
Qué bien escribes jodío ♥️
Gracias, maja! :)
Quizá sea una cuestión de edad (acabo de cumplir los 46) pero la verdad es que yo casi no utilizo esas plataformas que mencionás ni "navego" por el mundo digital en busca de "contenidos". Durante toda mi vida un libro me ha llevado naturalmente a otro. Cuando quiero leer un libro, intento conseguirlo en alguna biblioteca y, si no lo encuentro, si puedo, lo compro. Releo libros, leo clásicos, leo también literatura contemporánea pero no ando necesariamente detrás de la novedad. Veo películas en el cine y, a veces, en Mubi o en Stremio, pero casi siempre soy yo la que busca X película que, por algún motivo, quiero ver. Dejé de ver series nuevas hace mucho tiempo, me cansó ese modo de consumo (de hecho, detesto la palabra "consumo", especialmente asociada a "cultural"). Miro algunos capítulos de Friends o de Mad Men para mejorar mi inglés, pero nunca se me ocurriría "maratonear una serie". En general me resisto mucho a que los algoritmos decidan por mí, honestamente me aburren y me cansan. Es cierto que uso Spotify pero, de vuelta, soy yo la que busca el disco que quiere escuchar. No escucho nunca listas de reproducción ni dejo que la plataforma decida por mí qué sigue. No tengo aplicaciones en mi teléfono (tampoco Substack), me fui de Instagram hace meses, nunca usé Tik Tok. En definitiva, después de una primera época de descubrimiento de la era digital, me agoté y volví a replegarme sobre mis viejas costumbres analógicas.Aún así extraño el viejo mundo y me cuesta lidiar con todas las transformaciones de los últimos años. Leyendo tu texto me doy cuenta de que estoy mucho más a resguardo de lo que a veces pienso.
¡Qué bien, Julia! Gracias por tu comentario. Se nota en cada línea una forma de vivir que resiste, con elegancia y conciencia, al vértigo de los tiempos. No es solo una cuestión de edad, sino de haber aprendido a decidir sin prisa, a preservar la libertad interior en medio del ruido de estos tiempos que vivimos. Esa capacidad de elegir qué leer, cuándo ver algo, cómo escuchar música, es hoy un acto político: una forma de cuidar el propio tiempo y no delegar el criterio en los algoritmos que buscan fortalecer solo nuestra vertiente consumidora.
Tu reencuentro con lo analógico no suena a nostalgia sino a lucidez. Has encontrado un ritmo propio, una especie de refugio activo que no es evasión sino resistencia. Leer esto me hace pensar que, quizá sin saberlo, muchas personas señalan un camino: el de vivir más despacio, con atención y propósito, aunque el mundo digital empuje en la dirección contraria.
Un abrazo.
Sí, "resistencia" es la palabra. Me resisto a aceptar cosas que me hacen mal. Es una tarea cotidiana que se convierte en hábito. Creo que somos muchos los que intentamos vivir más despacio, menos superficialmente.
Muy interesante también 😃. Lo incluimos en el diario?
Adelante. Muchas gracias.
Estupendo, gracias.
El sistema que utilizamos, creo que ya lo conoces, es que el autor incluye el link al artículo, con una pequeña descripción del mismo (para “abrir el apetito”), en la zona de comentarios de la última edición, que ahora es la siguiente:
https://columnas.substack.com/p/como-construir-tu-propia-newsletter
En la siguiente edición, lo publicamos en el cuerpo del artículo del Diario. De esta forma, tu artículo aparece 2 veces (lo que también es bueno para SEO).
Ok, gracias por la aclaración.
Estoy entusiasmada de haberte encontrado. Me ha gustado tanto este artículo que ojalá lo hubiera escrito yo misma (jeje). De hecho, lo intenté aquí: https://substack.com/@evaeneljardin/p-167165705 aunque desde otra perspectiva; los datos económicos que aportas le dan una densidad que en mi texto está ausente y enriquecen muchísimo la reflexión.
En cuanto a mis propios hábitos de consumo digital, siento que tengo bastante más control en el ámbito analógico. No tengo suscripciones a plataformas: cuando quiero ver una película, la busco y la pago. Puede parecer caro, pero en realidad es mucho más barato que pagar no sé cuántas suscripciones simultáneamente para, al final, perder el tiempo frente a la pantalla de inicio sin ver nada. Escucho la radio y la misma música una y otra vez desde hace años (no soy especialmente melómana ni me interesan las novedades musicales) y, sobre todo, leo libros de la biblioteca. Me fío del criterio de mis bibliotecarias de confianza, de los clubes de lectura y de lo que se deja ver en los mostradores, de novedades o temáticos. También me encanta la prensa cultural del fin de semana y suelo apuntar recomendaciones de sus suplementos, aunque la mayoría de mis lecturas se van encadenando: lo citado en un libro suele convertirse en la lectura siguiente. Prefiero dejarme guiar por voces que me parecen autorizadas, aunque habiten en su torre de marfil, antes que entregarme dócilmente al algoritmo y acabar fagocitada por la homogeneización cultural.
¡Qué tiempos aquellos en los que la prescripción dirigida de arriba abajo, pero al menos entre humanos, nos parecía un problema gravísimo! Ahora una empieza a sentirse vieja, no tanto por la edad como por la velocidad con que gira el mundo.
Aquí me quedo, de lectora fiel.
Con cariño,
Eva
Qué maravilla de comentario, Eva.
Me ha hecho mucha ilusión leerte, de verdad. Hay algo muy reconfortante en reconocer en otras personas esa forma de navegar el mundo cultural sin prisa, sin el vértigo del todo disponible. Coincido plenamente contigo: pagar una película concreta, escuchar discos que ya conocemos, leer lo que las manos sabias de una bibliotecaria colocan en un mostrador… todo eso tiene una densidad y una serenidad que la abundancia digital ha ido erosionando poco a poco.
La perspectiva que mencionas en tu texto dialoga muy bien con lo que intento pensar aquí. Al final, creo que estamos escribiendo desde un mismo lugar de resistencia tranquila.
Gracias por quedarte, por tus palabras, y por recordarme que seguimos siendo unos cuantos intentando escuchar (y leer) con atención.
Un abrazo grande.