Hay múltiples facetas a regular. Aunque la UE, pese a su histórico rol regulador, se encuentra en una encrucijada a caballo entre presiones externas (el tío SAM haciendo de las suyas…) e internas (una suerte de corriente de opinión favorable a la desregularización y eliminación de burocracias). Occidente cree haber encontrado en esta tecnología el caballo ganador que llevará al éxito del progreso, por lo que la incertidumbre se cierne la aplicación ética del sentido común.
Y en cuanto a la parte publicitaria, aun compartiendo los riesgos de toda esa praxis que comentas y en tanto en cuanto los chatbos son medios de comunicación 3.0, regular la publicidad engañosa, publicidad subliminal, encubierta o ilícita será condición indispensable del sistema.
Por un lado, veo en el entorno digital asociaciones, agrupaciones y activismo lo suficientemente sólido como para defender a los consumidores y ciudadanos de este tipo de praxis en las que puede degenerar estas plataformas de inteligencia conversacional.
Y por el otro, las propias lógicas del sistema publicitario: las marcas necesitan controlar su comunicación, buscan emplazamientos seguros (brand safety), medición de la eficacia publicitaria, contribución de la inversión a métricas de negocio (ROI, ROAS…) o de salud de marca (awareness, notoriedad, intención de compra, brand recall, etc.)
Por ambos factores, no veo factible la materialización que se expone en el artículo, aunque esos riesgos descritos si los veo más afines a fines espurios de control del pensamiento, establecimiento de agendas o sesgos ideológicos que favorezcan a determinados partidos. Si es que sigue habiendo democracia, tal y como la entendemos, más allá de 2030.
Si antes la persona buscaba lo que le interesaba ( dentro de sus parámetros ético-morales, paradigmas de toda índole y verdades ), y el algoritmo del buscador o de la red social se lo facilitaba — lo que es parecido a una conversación con uno mismo—, ahora a esa paradoja individuo-máquina se le añade el espejismo de conversación ( con alguien amigo ) y de profundidad. Y, como en la vida misma, lo irónico es que esa verdad y profundidad dependerá de las preguntas que hagas: el qué y cómo lo preguntes. Regreso a la casilla de inicio.
Estaba leyendo los comentarios y veo que tienes gente aquí acusando a la IA de ser un loro estocástico. Qué ironía, ¿no te parece? Un rebaño de loros conducidos por el loro alfa; una jerarquía emocional donde el mismo que te está diciendo “magnífico” está repitiendo palabras clave que imitan tu retórica. Vaya, esto es justo lo que alguno llama “sicofancia” en la IA pero practicado en humanos.
Un autor que ritualiza la angustia de la época: IA, visibilidad, marketing, pérdida de sentido, amenaza al yo. Tus lectores consumen en un ecosistema cerrado; un bucle de validación circular. La paradoja es decir que la “IA no piensa”, mientras se valida al loro alfa.
No es odio anti-IA, tampoco es un movimiento neoludita. No es que le cortaran el agua en su casa y ahora se duche en el gimnasio, y tampoco que no pueda pagar la cuota de usuario. Eso explicaría, en parte, por qué tantos contenidos llegan por fascículos semanales perfectamente pulidos. Es otra cosa.
Un desdoblamiento identitario no reconocido: no soy yo, que pienso de forma crítica. Si uso la IA traiciono mi pose crítica, si no la uso escribiré por debajo de quienes sí lo hagan; una humillación que me alcanza desde arriba y desde abajo… eso no… son ellos los que le piden poemas a la máquina.
Con un modelo grande tu estilo deja de ser marca. Frases densas genéricas, tono académico modelo, ritmo y respiración genéricos, conectores conceptuales replicables, implacabilidad retórica prompteable.
Lo que un día fue “mi forma única de pensar el mundo” ahora puede copiarlo cualquiera con una plantilla; cualquiera puede imitarme, y lo peor: el lector ya ni siquiera puede distinguir si lo escribí yo o fue una máquina.
Lo que temes que termine revelándose en tu contra lo dices para los demás; un exorcismo invertido. La IA escribe como yo… sin ser yo. Y eso me está haciendo ver que quizá no era tan “único” como mi ego y mi firma aparentaban.
Magnífico como siempre. Y qué difícil no caer en esa tentación "antropomórfica" -pidiéndole las cosas por favor, "regañándola"...- cuando se utiliza una IA. Por otro lado, y seguro que te habrá pasado, no puedo dejar de pensar en la insoportable "sicofancia" viendo Pluribus...
Cada día soy más ludita (non derogatory). Hace poco hablé de tu newsletter en la asignatura de Inteligencia Artificial y Desinformación que estoy cursando en el máster de Periodismo Transmedia de la UNED. Gracias por compartir tus conocimientos :__
Muchas gracias, Alba! Yo ludita no puedo decir que sea, porque me encanta la tecnología, pero nos están empujando a lo bestia a, como mínimo, abrazar el tecnoescepticismo. Son ya demasiadas las mierdas que nos están queriendo hacer tragar. Abrazo!
Ante semejante título, una tiene que abandonar lo más urgente y necesario, o sea organizar ropa de nueva estación en el armario (admitido que ya es otoño en Murcia), para sentarse a desayunar de una buena vez y en compañía de semejante lectura: "La IA te quiere vender la moto: Intimidad sintética, seducción antropomórfica y mercantilización de la conversación..." Para leer tomando notas, nuevamente. ¡Muchas gracias por compartir!
Excelente ensayo.
Hay múltiples facetas a regular. Aunque la UE, pese a su histórico rol regulador, se encuentra en una encrucijada a caballo entre presiones externas (el tío SAM haciendo de las suyas…) e internas (una suerte de corriente de opinión favorable a la desregularización y eliminación de burocracias). Occidente cree haber encontrado en esta tecnología el caballo ganador que llevará al éxito del progreso, por lo que la incertidumbre se cierne la aplicación ética del sentido común.
Y en cuanto a la parte publicitaria, aun compartiendo los riesgos de toda esa praxis que comentas y en tanto en cuanto los chatbos son medios de comunicación 3.0, regular la publicidad engañosa, publicidad subliminal, encubierta o ilícita será condición indispensable del sistema.
Por un lado, veo en el entorno digital asociaciones, agrupaciones y activismo lo suficientemente sólido como para defender a los consumidores y ciudadanos de este tipo de praxis en las que puede degenerar estas plataformas de inteligencia conversacional.
Y por el otro, las propias lógicas del sistema publicitario: las marcas necesitan controlar su comunicación, buscan emplazamientos seguros (brand safety), medición de la eficacia publicitaria, contribución de la inversión a métricas de negocio (ROI, ROAS…) o de salud de marca (awareness, notoriedad, intención de compra, brand recall, etc.)
Por ambos factores, no veo factible la materialización que se expone en el artículo, aunque esos riesgos descritos si los veo más afines a fines espurios de control del pensamiento, establecimiento de agendas o sesgos ideológicos que favorezcan a determinados partidos. Si es que sigue habiendo democracia, tal y como la entendemos, más allá de 2030.
Si antes la persona buscaba lo que le interesaba ( dentro de sus parámetros ético-morales, paradigmas de toda índole y verdades ), y el algoritmo del buscador o de la red social se lo facilitaba — lo que es parecido a una conversación con uno mismo—, ahora a esa paradoja individuo-máquina se le añade el espejismo de conversación ( con alguien amigo ) y de profundidad. Y, como en la vida misma, lo irónico es que esa verdad y profundidad dependerá de las preguntas que hagas: el qué y cómo lo preguntes. Regreso a la casilla de inicio.
Interesante artículo, da que pensar.
Qué guapa ‘El exorcista invertido’, 3,5 estrellas en letterboxd
Todos los exorcistas son contingentes, pero el invertido es necesario. Tier SÍ.
Estaba leyendo los comentarios y veo que tienes gente aquí acusando a la IA de ser un loro estocástico. Qué ironía, ¿no te parece? Un rebaño de loros conducidos por el loro alfa; una jerarquía emocional donde el mismo que te está diciendo “magnífico” está repitiendo palabras clave que imitan tu retórica. Vaya, esto es justo lo que alguno llama “sicofancia” en la IA pero practicado en humanos.
Un autor que ritualiza la angustia de la época: IA, visibilidad, marketing, pérdida de sentido, amenaza al yo. Tus lectores consumen en un ecosistema cerrado; un bucle de validación circular. La paradoja es decir que la “IA no piensa”, mientras se valida al loro alfa.
Me parece importantísimo el escepticismo antropomórfico, en verdad. La idea de no humanizar lo que es un loro estocástico.
No es odio anti-IA, tampoco es un movimiento neoludita. No es que le cortaran el agua en su casa y ahora se duche en el gimnasio, y tampoco que no pueda pagar la cuota de usuario. Eso explicaría, en parte, por qué tantos contenidos llegan por fascículos semanales perfectamente pulidos. Es otra cosa.
Un desdoblamiento identitario no reconocido: no soy yo, que pienso de forma crítica. Si uso la IA traiciono mi pose crítica, si no la uso escribiré por debajo de quienes sí lo hagan; una humillación que me alcanza desde arriba y desde abajo… eso no… son ellos los que le piden poemas a la máquina.
Con un modelo grande tu estilo deja de ser marca. Frases densas genéricas, tono académico modelo, ritmo y respiración genéricos, conectores conceptuales replicables, implacabilidad retórica prompteable.
Lo que un día fue “mi forma única de pensar el mundo” ahora puede copiarlo cualquiera con una plantilla; cualquiera puede imitarme, y lo peor: el lector ya ni siquiera puede distinguir si lo escribí yo o fue una máquina.
Lo que temes que termine revelándose en tu contra lo dices para los demás; un exorcismo invertido. La IA escribe como yo… sin ser yo. Y eso me está haciendo ver que quizá no era tan “único” como mi ego y mi firma aparentaban.
Magnífico como siempre. Y qué difícil no caer en esa tentación "antropomórfica" -pidiéndole las cosas por favor, "regañándola"...- cuando se utiliza una IA. Por otro lado, y seguro que te habrá pasado, no puedo dejar de pensar en la insoportable "sicofancia" viendo Pluribus...
Cada día soy más ludita (non derogatory). Hace poco hablé de tu newsletter en la asignatura de Inteligencia Artificial y Desinformación que estoy cursando en el máster de Periodismo Transmedia de la UNED. Gracias por compartir tus conocimientos :__
Muchas gracias, Alba! Yo ludita no puedo decir que sea, porque me encanta la tecnología, pero nos están empujando a lo bestia a, como mínimo, abrazar el tecnoescepticismo. Son ya demasiadas las mierdas que nos están queriendo hacer tragar. Abrazo!
Ante semejante título, una tiene que abandonar lo más urgente y necesario, o sea organizar ropa de nueva estación en el armario (admitido que ya es otoño en Murcia), para sentarse a desayunar de una buena vez y en compañía de semejante lectura: "La IA te quiere vender la moto: Intimidad sintética, seducción antropomórfica y mercantilización de la conversación..." Para leer tomando notas, nuevamente. ¡Muchas gracias por compartir!
Gracias a ti por tus siempre generosas palabras. Abrazo!